02 mayo 2011

El molusco inesperado

Llevaba varios días recibiendo llamadas de aquel hombre. No me recuerdas, le insistía. Pero H no se acordaba de él. Nos conocimos en uno de tus veraneos, en Tarifa. Soy el que te traía las caracolas. Desbordada por los viajes, por la presentación de su último libro, por el divorcio, H no sabía qué responder; lo siento, tengo prisa. Le gustaría haberle dicho, te recuerdo claramente, llevabas una lapa colgando del cuello; cuando corrías por la orilla te bailaba sobre el pecho, y yo la miraba y miraba hasta que estabas demasiado cerca. Pero tengo prisa. Y las llamadas seguían; le cambié el nombre a la barca, ¿sabes?, lo tapé con pintura verde y redibujé tus letras encima, a babor, para que lucieran con el sol de la tarde. Y una noche, al revisar los obsequios de sus lectores, H descubrió, en uno de los huecos de una caja de bombones, una lapa unida a una tira de cuero, de esas que sobreviven al tiempo.

6 comentarios:

Andrés dijo...

Hola Micro, encantado de saludarte de nuevo. Sería interesante preguntarse con cuál de las letras del nombre de la barca se quedó asociada la lapa, ¿era esa primera H., una intermedia, la última quizás? Un beso, Andrés.

La microscopista® dijo...

Andrei, si la lapa fuera lista se habría ido moviendo de letra en letra. Eso,teniendo en cuenta la estructura de este blog, le daría pie para varios relatos, ¿no crees?
Besos, M.

Andrés dijo...

Pero lo malo es que... "lapa" y "moverse" es una "contradiction in terms" ;) Besos, A.

Gussilva dijo...

Querida Micro, tus relatos me han dejado boqui y ojiabierto. Chapeau!
Tu fan número uno, contento del rencuentro.

La microscopista® dijo...

Me alegro mucho, Gus. ¡Siéntete como en casa!

Retroclásica dijo...

Andrés, la lapa se mueve con el universo, de letra en letra.

Gus... creo que Miss Micro tiene una legión de fans namberguáns.

M: Hacía tiempo que no te visitaba, necesitaba envidiar a alguien y tú nunca me fallas. :D