16 junio 2009

Democracia

Un destrozo así no podía ser casual. Los cuatro faros hechos añicos y ni un solo rasguño en la carrocería. ¿Quién sería el paria que le quería tan mal? R recapituló: desde que presidía la comunidad contaba con un puñado de enemigos entre el vecindario. Incapaz de discernir a cuál de ellos se debía la tropelía, decidió ir a por todos. Subió a casa, elaboró una lista y, entrada la noche, bajó al parking con un punzón. En cuestión de minutos seis coches lucían sendas rayas. Pronto conocería al culpable: el rompedor de faros se sentiría aludido y le acusaría con celeridad. A la mañana siguiente, R esperó. Las diez. Las once. La una. Ninguna de sus víctimas le había reclamado perjuicios. R se miró al espejo; con lo listo que él había sido. Decepcionado, bajó para sacarle brillo al mercedes; se encontró con un esqueleto sin ruedas, guardabarros, lunas ni puertas. Pinchada en el claxon, una foto de la comunidad de vecinos, tomada de espaldas y con los pantalones bajados, le deseaba un próspero fin de presidencia.

L A M I C R O S C O P I S T A ©

4 comentarios:

Oli dijo...

Si Álex de la Iglesia hubiese leído este relato, "La Comunidad" hubiera sido aún más destroyer...


OLI I7O

Retroclásica dijo...

Sin duda.

Oli dijo...

Sí, Fanny, aunque apuesto a que su nueva presidencia de la Academia (ahora que hablamos de presidir Comunidades), seguro que será más light.


OLI I7O

wation

Retroclásica dijo...

No me cabe la menor duda de que la suya será una presidencia de gran peso.