X se ganaba la vida gracias a su agudeza visual. Hacía años se había percatado de lo fácil que era, con un poco de atención, descubrir monedas extraviadas por el suelo. En suma: se despidió de la charcutería y cambió los machetes por un imán. A primera hora comenzaba el recorrido; bordillos, cajas de súper y barras de bar; decenas de euros huerfanitos en busca de papá. Por la noche hacía recuento, diez monedas de 50, ocho de 2 y un metrobús a medio gastar. Sin quererlo se había convertido en un empresario ejemplar. Un verano decidió pulirse los cuartos en un viaje a Marbella; como nunca se había separado de su capital empaquetó las 32.458 monedas en diez alícuotas que se repartió por bolsillos, monederos, dobladillos y mariconera. El imán lo metió en el equipaje de mano. Poco habituado a moverse con veinte kilos encima, X se dispuso a pasar por el control de seguridad mientras seis militares de paisano cerraban, discretamente, un círculo en torno a él.
L A M I C R O S C O P I S T A ©
3 comentarios:
X se ha olvidado de mirar en dos filones: los recovecos de los sofás y de los asientos de los coches.
¡Jajajajaa! Otro apasionado de los "lincolns pisoteados".
OLI I7O
(pantanca)
Creo que conozco a X.: un tipo de la estación de tren de Plaza Cataluña que está, todas las tardes, al acecho de los restos metálicos en las máquinas de autoservicio de billetes, durante horas. Lo malo es que, al acabar, se coge el ferrocarril hasta algún suburbio, no el avión... Que sigas bien. AM
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