Amparada por la cortina, M apreció que, de un tiempo a esta parte, los hábitos de T habían cambiado. T era vecino de M; él vivía en el 1º izquierda y ella en el derecha. A M le gustaba T. Lo veía aparcar a eso de las ocho, bajarse del coche, agarrar el maletín y entrar al portal. Pero últimamente, cuando llegaba a casa, T ya no salía al ultramarinos, ni se freía un tentempié: después de ducharse, se le oía cerrar la puerta y subir las escaleras, según constató M por la mirilla. Calculando los segundos transcurridos hasta el nuevo portazo, M dedujo que su destino era el 2º derecha. (La mosquita muerta esa, tan poetisa, tan poco despampanante.) (Siendo T como era un hombre de los que atraen a las mujeres, siempre arreglado sin parecerlo, oliendo a colonia.) Descubierta la pareja, M se dedicó a espiarlos: aguzando el oído era capaz de percibir un sonido de risas, de topetazos, de muelles delante y detrás. Presa de los celos, llamó a su amiga y se lo contó. Sin ponerse la gabardina, su amiga corrió al garaje pensando que M, en crisis con su marido, vivía en un chalé y no tenía vecinos.
L A M I C R O S C O P I S T A ©
3 comentarios:
Ahora que se me ocurre. ¿No será que a veces no ves la barra de formato (negrita y cosas de esas) porque estás publicando como html? En informática no hay duendes.
Ah, el cuento es BRUTAL.
OLI I7O
hortedis
Lo del html fue uno de los males, pero no el principal. Es cosa del Explorer y sus caprichos, que me muestra la página descajonada (todos los cajones del revés). Ahora me he pasado al 2º derecha, es decir, al Firefox, que me quiere más.
Oli, yo creo que en informática sí hay duendes... Julia, haces bien pasándote al Firefox. En el 2º dcha. tienes unos complementos buenísimos, enseguida te olvidarás del navegador de Mocosoft. Te traes el portátil cuando vengas a tomar un café y nos ponemos a cazar gremlins.
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