10 noviembre 2008

Fisiología animal

Aficionado como era a las corrientes alternas, V estudiaba FP, rama electrónica. Su hogar era una oda a los circuitos eléctricos: un taconazo en la alfombra encendía la cadena de alta fidelidad, una palmada en lo alto bajaba las persianas del ventanal. A instancias de su madre, un avisador de gran potencia sonaba cuando la tapa del inodoro permanecía más de diez minutos izada. Es decir, que todo en casa de V estaba atado, electrónicamente hablando. Pero sucedió que un sábado, mientras visitaban a su abuela en Alicante, un ladrón entró en casa de V, que todavía no había instalado la alarma antirrobo. Al preguntarle después sus amigos cómo pudo ser que la policía llegase a tiempo de prenderlo, V les respondió. Suerte que, en un apretón, al caco le haya dado por orinar en nuestro cuarto de baño.

L A M I C R O S C O P I S T A ©

2 comentarios:

Retroclásica dijo...

Y eso que la mujer del caco no para de reprenderle por no cerrar el bote de champú.

La microscopista® dijo...

Cuánto sabes, Fanny.