De pequeña a M le gustaba sujetar, entre las manos mojadas, una pastilla de jabón. La agarraba con suavidad e iba aumentando la fuerza hasta alcanzar ese punto en que la pastilla salía disparada y chocaba contra la pared de la bañera. Ayer M se levantó de su puesto de trabajo y se trajo del almacén un lubricante con el que roció el ratón del ordenador. Lo agarró con ambas manos y fue aumentando la fuerza hasta que el ratón salió disparado y chocó contra la hebilla del director general.
L A M I C R O S C O P I S T A ©
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1 comentario:
:D :D :D
Se nota que usas mac... :D
OLI I7O
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