Lo que le enamoró de ella fueron sus bombillas. S era una mujer bien plantada, de mirada lenta y gesto rápido; regentaba una tienda de iluminación en la calle Castelló. Él llevaba varias semanas sin luz; se le habían ido fundiendo las lámparas de casa hasta dejarle con una sola cerilla que pensaba usar esa misma noche. Al oír esta explicación, S sonrió. No es sólo cuestión de vatios —le dijo—, la iluminación tiene algo de matemático. Se trata de buscar conjuntos solapantes, zonas de luz que se superpongan y eviten los puntos muertos. Sobre el mostrador, S le fue trazando un plan de luz. Focos de techo, de ambiente, apliques. Tenues o brillantes según la intención.
L A M I C R O S C O P I S T A ®
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