16 mayo 2010

Escalestrix

Cuando vieron que el abuelo estaba inservible decidieron montar el sistema de raíles. La cosa era muy simple: un circuito por toda la casa y unos engarces metálicos en la suela de las zapatillas hacían que, con un mando a distancia, bastara con que el abuelo susurrara "baño" o "cama" para enviarlo a su destino. El ahorro en esfuerzo era considerable. Pero la semana pasada, por más que el nieto pulsó el botón, el viejete no salía del dormitorio. ¿Por fin habría palmado? Franquearon su cuarto y se encontraron con sus pantuflas en el suelo. Había huído. Cuando fueron a dar el parte a la comisaría, el inspector les informó de los cabos: el abuelo llevaba meses frecuentando un club de segunda oportunidad en el barrio Maravillas, había conocido a la colombiana W a la que se trincaba todas las noches y se había comprado un billete de ida a las Caimán. ¿Nos habrá desheredado?, se preguntó la familia mientras el inspector se ponía una cumbia.

4 comentarios:

Oli dijo...

Qué importante es salirse del camino marcado (parece que te has compenetrado con mi planeta).


OLI I7O

La microscopista® dijo...

Sí, siempre he visto algo triste en ser un trolebús.

Beatriz AA dijo...

Dependemos de la energía.

Por cable o inyectada.

Un beso Julia

La microscopista® dijo...

Un beso, Sinse. Tú sí que tienes pilas.