Al llegar a casa, M se encontró una goma de nata en el buzón. Otro ardid publicitario, pensó mientras buscaba un papel que anunciara el motivo de aquel regalo. No había nada. Intrigada, montó en el ascensor y dedujo, esto es un presagio; he de borrar algo en mi vida. Echó un vistazo al ropero, a las baldas del baño, al contenido de su neceser: todo le parecía imborrable. En esto, el timbre sonó. Soy el hombre de tu vida, le dijo J mientras franqueaba la puerta con una maleta. Ante aquel desconocido, M enmudeció; para cuando quiso decirle no tengo sitio ya estaba colocando sus trajes en la parte derecha del armario. Intentó avisarle, soy una maniática, pero él ya había puesto el aceite a calentar. Intentó prevenirle, tengo muchos prejuicios, pero él ya había volcado los huevos en la sartén. Cuando hubo dado la vuelta a la tortilla, J le quitó la goma de la mano y le dijo: a la siguiente negativa te borro del mapa, y yo me borro contigo.
L A M I C R O S C O P I S T A ©
1 comentario:
GUAU.
Si le llegan a haber dejado una goma de MILAN, yo no sé qué hubiera pasado...
OLI I7O
Publicar un comentario