17 mayo 2009

Disidencia

Levantó la tablilla de parqué al ver que ésta bailaba. Cuando intentaba encajarla, descubrió que había algo debajo. Un trozo de foto. La observó detenidamente: un niño rubio y pecoso tomaba impulso desde un columpio. ¿Algún antepasado? Imposible, su familia y la de su marido eran puro tizón. M ajustó la madera y se guardó la foto en el bolso: se le hacía tarde para recoger a su hijo. Al aparecer en la guardería, un parvulito rubio se lanzó por el tobogán y corrió a abrazarse a su regazo. Azorada, sonrió a la madre del crío; qué despiste, te has equivocado de mamá. M aupó a su hijo mientras pensaba en lo sucedido la víspera con su colega de despacho, tan alto y tan holandés.

L A M I C R O S C O P I S T A ©

2 comentarios:

Andrés dijo...

En esa peli tan preciosa que se llamaba "La vida de los otros" el escritor escondía (de los inspectores de la Stasi) la Olivetti debajo de la tablilla del parqué; aquéllo era bonito, pero no menos lo es encontrarte el retrato del fruto de tu desliz holandés de la víspera.

Enhorabuena por esta nueva entrega, y gracias por tu comentario sobre el intríngulis donostiarra. ;)

La microscopista® dijo...

Tu entrada sí que era buena, Andrés, con esa idea de zurcir retazos, que es lo que yo entiendo por literatura... Y además esas fotos llenas de elementos desconcertantes, esa es una gran fuente de inspiración.