Antes de morir, el padre de T le entregó un hilo. Cógelo, será tu guía en la vida. T se lo anudó en el dedo corazón y comenzó a tirar de él. Sin embargo su padre le aconsejó, no te obsesiones. El hilo te dibuja la ruta, pero lo que hagas en cada escala depende de ti. T se secó los ojos y lo abrazó. Al principio no fue fácil olvidarse del hilo: intrigado por saber a dónde le llevaría, se lo fue enrollando alrededor del dedo; éste fue creciendo como una bobina conforme avanzaba. T pasó por prostíbulos y salas porno; incluso por lugares de fama dudosa, como bibliotecas y librerías. Pero tanto estiró de aquel cabo que no se quedó a descansar en lugares ni en personas. Y llegó un día en que le pareció que el hilo estaba más tenso que de costumbre; sin darse cuenta había entrado en un cementerio. Tiró de él despacito; al ver que acababa en una lápida intentó soltarlo, pero no pudo.
L A M I C R O S C O P I S T A ©
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