15 diciembre 2008

Destino qué

Q se pasaba tanto tiempo en los aeropuertos que pocas veces se sentía con los pies en la tierra. Había semanas en que cambiaba de destino hasta tres veces; trabajaba en Nueva York, volaba a Nueva Delhi y dormía en Tokio sin saber por dónde se le había puesto el sol . Por eso Q se acostumbró a comer de pie, correr por los pasillos y viajar sin fijarse en quién tenía al lado; incluso, cuando se despertaba en su propia casa, debía recorrer la decoración con la mirada para cerciorarse de que desayunaría galletas y no buffet continental. Una mañana, según acababa de preparase el café, llamaron al timbre; pensando que era el cartero se ajustó la bata y abrió sin mirar. Se encontró con un niño chino, otro ruso y uno más senegalés. Conmovida, Q los invitó a pasar pensando en los juguetes que tendría por casa. Pero en ese momento se miraron la muñeca y desaparecieron por las escaleras sin darse la vuelta.

L A M I C R O S C O P I S T A ©

3 comentarios:

Retroclásica dijo...

Inquietante.

Oli dijo...

Inquietante... depende de cómo se mire. ¿Podría usted, señorita Julia, aclarar si se miraron el anverso o el reverso de la muñeca? El cuento me da dos interpretaciones distintas.


OLI I7O

La microscopista® dijo...

Dos me parecen pocas.