31 agosto 2008

Silencio (in)terminable

Una línea de sangre recorría el suelo de la cocina. N echó un chorro de lejía al cubo, empapó la fregona y la escurrió con fuerza, retorciéndola hasta casi quebrarla. Después la pasó repetidamente hasta no dejar ni un recuerdo rojo en toda la casa. Solo quería silencio.

El periquito yacía en la jaula con un broche en forma de flecha clavado en el costado. Aferrado al último paquete de alpiste, N encendió el transistor y rompió a llorar.

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