31 julio 2008

Doble axel

Desde que Z enviudó no volvió a ver aquellas competiciones de patinaje a las que era tan aficionada, en las que una mano de él bastaba para que ella volara en torbellino. Esa mano que sabía presionar y aflojar en el momento preciso, sin preguntar.

Ha comenzado por el ventanal del salón. Lleva un buen rato repasando los cristales uno a uno; su madre le enseñó que lo mejor es utilizar una parte de vinagre por seis de agua, siempre con papel de periódico. La muñeca de Z gira de vez en cuando de forma vertiginosa, en una especie de axel convertido en pirueta hacia ninguna parte.

Z acaba agotada, pero con la satisfacción que da la luz llenando una casa vacía. Embriagada por el acético recuerda el anuncio de aguaceros para las próximas horas, piensa en su madre y abre la ventana de par en par.

L A M I C R O S C O P I S T A ©

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