31 octubre 2010

Desconexión

Un día, en un lamentable suceso, W perdió el dedo meñique de la mano derecha. Pasado el trago, se puso a pensar en aquellas cosas para las que su meñique era imprescindible. Al poco rato surgió: el teclado. En el universo de W una serie de teclas se habían quedado huérfanas. La P, la Ñ, el guión. Se propuso pulsarlas con el anular, pero se le hizo imposible. Por eso decidió, me inventaré un nuevo lenguaje; prescindiré de la pe, de la eñe y del guión. Dueña de su propio alfabeto, con el tiempo dejó de pronunciar aquellas letras que no podía escribir. Después, la falta de uso le hizo evitar las palabras que contenían tales letras hasta que, finalmente, dejó de realizar las acciones que tales palabras designaban. La vida de W se había llenado de vacíos. Abrumada por el poder del meñique, acudió a un cirujano que le confirmó, se puede transplantar. W se pasó la semana listando la cantidad de ilusiones que, por inercia, había dejado a desmano.

3 comentarios:

Mandalas, Espacio Abierto dijo...

Hola

Bonita metáfora de la vida. Me ha gustado el mensaje.

Es un gusto placer volver a leerte.

Besotes.

La microscopista® dijo...

Me alegro, Mandalas. Las metáforas nos hacen pensar, ¿verdad?
Besos.

Retroclásica dijo...

Que viva Ana María Matute. Una niña nada tonta :-)