31 enero 2010

Última estación

Tras haber dedicado su tesis doctoral a estudiar la trayectoria de las moscas, V optó por observar las leyes que rigen el rumbo de los humanos. Dedujo que, aunque el destino está en manos de cada cual, aquellos a los que queremos van orientando nuestros derroteros. Así que resolvió, voy a pasar varios días siguiendo a desconocidos. V esperaba en un banco y salía en pos del primer transeúnte que se le cruzaba; en cuanto éste entraba en algún local, elegía a otra persona y cambiaba de referente. Atrapado por el azar, V se vio convertido en sujeto pasivo; nunca sabía dónde acabaría el viaje, pero le resultaba tan cómodo vivir por imitación. Y resultó que una tarde siguió a un larguirucho que vestía una gabardina; al doblar Hermosilla se encontró en pleno atraco, gritos y forcejeo. V chilló, no soy cómplice, pero una bala perdida decidió que su próxima escala era él.

4 comentarios:

PLEGADOR dijo...

....y la bala siguiendo la ley de la trayectoria de una mosca acabó con la vida del Dr. que habia perdido el rumbo de su estudio antropológico.....se habría convertido en cómplice sin querer?...jejejeje, me encantan tus relatos Julia, según el día que los leo les saco una interpretación distinta!

Un besito

La microscopista® dijo...

Qué bien, Plegador. De un cuento salen tantas historias como lectores, y si encima me encuentro con una imaginación como la tuya, esto es exponencial...

Besos.

Anónimo dijo...

http://www.prosofagos.com/viewtopic.php?f=15&t=2258&st=0&sk=t&sd=a&start=40

Séptima entrada

La microscopista® dijo...

Pepe, me alegra que sigas escribiendo tan fuera de sitio.