A Ll le encantaba hacer las cosas dos veces. La primera lo intentaba y la segunda lo lograba (casi siempre). Esto le daba cierto margen para arriesgar, para probar técnicas nuevas o incluso para fallar. Con la crisis, entró de operario en una cadena de producción. Aquí no había segunda oportunidad; si no estaba atento y recogía las galletas al ritmo de la cinta rodante, éstas se desmigaban al caer por un precipicio de caucho. Al principio Ll siguió en sus trece; son ganas de atinar a la primera. Jugó a agarrarlas de canto, de frente, por la retaguardia: treinta galletas perdidas en menos de media hora. Qué desperdicio es éste, le cuestionó la supervisora. Ll intentó encandilarla alabando su palmito; ya hallaría a la segunda una explicación coherente. No hubo tiempo. Salió de la factoría con una caja de cuquis por toda indemnización.
L A M I C R O S C O P I S T A ©
2 comentarios:
Lo de "cuquis" añade una nueva (coqueta) dimensión a las (deliciosas) galletas con pepitas de chocolate.
Sí, también para mí estas galletas tienen cuatro dimensiones, deberían salir en algún libro de astrofísica.
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