20 febrero 2009

Huevos

Al ir a colocar la compra, P se dio cuenta de que el paquete de huevos contenía uno roto. Cómo ha podido ocurrir, pensó. Con el cuidado que he tenido. Volvió a ponerse la cazadora, metió el paquete en la bolsa y se dirigió al súper. Quiero hablar con el encargado, le pidió al chaval de la caja. Soy yo, le respondió él. P sacó el envase y se lo mostró; hay un huevo roto. Pero al levantar la tapa aparecieron dos de ellos cascados. Manteniendo la compostura, P afirmó: éste también contabiliza a mi favor. Usted es un listo, le espetó el encargado. Lo ha roto queriendo. Mientras, la cola de gente se extendía más allá de los congelados; la señora que tenía su compra en la cinta perdió los nervios, mi tiempo es oro. Entonces empezó el forcejeo, P empujando el envase y el chico rechazándolo. En uno de los quiebros el paquete cayó al suelo, con tan mala fortuna que la señora cuyo tiempo era oro lo pisó. De pura rabia, estampó su zapato lleno de yema en el pantalón de P, que pidió la hoja de reclamaciones pensando que esa noche, de cenar algo, cenaría tortilla.

L A M I C R O S C O P I S T A ©

1 comentario:

Oli dijo...

Qué cruel eres con la entrepierna de P.


OLI I7O

(cotonade)