P desplaza discretamente una lata de bonito y esconde detrás un papel doblado en cuatro. Después vuelve a colocar la lata en su sitio y se aleja empujando el carro. Hace años que P se propuso ir ocultando, en los estantes del supermercado, mensajes sobre sí mismo. «V me ha acariciado la nuca», «esta mañana mi almohada olía a espliego» o «he encontrado la pareja de un cordón desparejado». Cuando sea viejo P rebuscará entre las estanterías hasta dar con todos los mensajes; compondrá un rompecabezas gigante que encolará y enmarcará. Ahí descubrirá que la vida que ha dejado escrita no es la que ha vivido, sino la que le habría gustado vivir.
L A M I C R O S C O P I S T A ©
1 comentario:
Yo hacía algo parecido en las tiendas de discos; me bastaban los títulos de las canciones.
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