Dedos expectantes sobre la copa, nuevo trago, de pronto yo mirada le pregunto si casada, marido en la playa, contesta, aficionado al crol, y entonces recaigo en su falda planteo si pensión y confirma en San Martín, Hostal Lasa y a los ojos, como sabiendo que seguro al final de las escaleras. Apuro el coñac y los hielos se derriten en el fondo, bruscamente del respaldo y fuerte de la mano, se levanta sonriendo un euro en el platillo quizá demasiada, nunca sabe si propina, único remedio por la cintura y juntos hasta la esquina, donde el sol a veces de costado sobre seno derecho. Corremos por la calle intuyendo que a veces cuanto antes; una mercería, librerías tres y el mercado hasta Lasa con olor a fruta, hacía tiempo que ojalá disparates nunca es tarde para cadera, traicionado por los dedos, sobre todo si entretenido con el crol y dientes y ganas por la acera, posible J probable. Billetes en recepción, la dueña nos mira acertando habitación al norte la noto temblar, trepamos los escalones dos apliques antiguos barandilla que se escapa al llegar arriba se interpone la blusa, botones por el suelo sin que ella costura, llave resbaladiza, sólo falta que encaje aunque tampoco, risas, dedos en cremallera y según terciopelo de la colcha recuerdo los hielos, el charco.
L A M I C R O S C O P I S T A ©
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