L tenía obsesión por las bolsas. Bolsa que veía, bolsa que rasgaba (no podía soportar que los demás guardaran secretos). Esta adicción le trajo no pocos problemas; era de esperar que no todos los transeúntes accedieran a mostrar sus pertenencias a un desconocido; esto se traducía en una respuesta malsonante, un gesto esquivo o algún que otro empellón. Sin embargo, L no cejaba; ayer tuvo el último percance. Llevaba dos horas en carrera interminable tras una chica que portaba una bolsa roja; Urquinaona, Sant Pere, Ronda de La Universitat. La persecución le había hecho fantasear: seguro que lleva un libro, juraría que un cuento de Andersen, apuesto por el "Dos pisones". Desgarrado por el comecome, L asaltó a la peatona en un semáforo; dime qué llevas ahí. Temblando, ella le mostró el contenido de la bolsa: un par de ladrillos que había birlado en una obra para usarlos como pisapapeles. Sin saber qué decir, L se llevó los ladrillos a casa. Había leído cosas peores.
Fotocortesía: Andrés Martínez
10 julio 2010
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8 comentarios:
:DDD
Sí: como un barrio; conexiones inesperadas que se establecen y se rompen. Bonito paralelismo entre literatura y ciudad, un ecosistema de leyes difíciles de localizar, pero que existen. Un beso, gracias. A.
¡Ayer mismo volví de Barcelona y hasta ahora no he visto tu cuento! Y quedé con un amigo en Urquinaona y comimos en Sant Pere.
¿Qué fue antes, tu cuento o la realidad?
OLI I7O
Jajaja, Oli, no perseguirías a alguien con ladrillos en las bolsas, ¿verdad? ;)
Micro: esa estructura aparentemente inextricable, que es la que da sentido a la novela, a la ciudad quizás también, es precisamente la que no ha entendido la ciencia, con su obsesión de analizarlo y destriparlo todo en trozos separados. Y esa, creo, es precisamente la gracia. Bye! A.
Oli, qué idea tan buena. Se me ha ocurrido que el protagonista del próximo cuento sea Andrés y que la historia transcurra en El Congo.
Te veo abriendo una microagencia de viajes.
No me provoques, Fanny. A ver si en septiembre te mando al Polo y te quedas sin Festival de Cine.
Me dejas helada; yo, de polos, prefiero el de limón.
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